China como el principal acreedor de deuda no financiera

Compartir:

Los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro bautizaron a la República Popular de China como la hermana mayor de Venezuela y estrecharon relaciones nunca antes vistas con el país asiático. Desde inicios del siglo XXI y al menos hasta 2017 se celebraron cerca de dos decenas de reuniones bilaterales, se firmaron más de 470 acuerdos y se establecieron dos grandes fondos por donde se recibieron préstamos que aún debe Venezuela.

El Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) fue el encargado de representar a Venezuela en el Fondo Conjunto Chino Venezolano (FCCV) y en el Fondo Gran Volumen Largo Plazo (Fgvlp). Los compromisos adquiridos por esa vía no fueron incluidos en las leyes especiales de endeudamiento que anualmente aprueba la Asamblea Nacional junto con el presupuesto y el plan operativo.

Venezuela se convirtió en el país de América Latina que más préstamos recibió de China: 45% del total de préstamos otorgados entre los años 2000 y 2017. Estos desembolsos sumaron un total de USD 62.631 millones. Los capitales de China aliviaron las condiciones financieras del país luego de que otras opciones de créditos a bajo interés no estuvieran al alcance, tanto por la crisis financiera global de 2008, como por las decisiones del Poder Ejecutivo de reducir la participación de Venezuela en los fondos multilaterales.

Si bien los préstamos de China han tenido como escudo la venta de petróleo prepagado y el compromiso de pago fue adquirido en los hechos por Pdvsa, estos créditos no solo fueron dirigidos al sector petrolero, sino que también se suscribieron para financiar proyectos en áreas como infraestructura, transporte, comunicaciones, electricidad y agricultura, entre otros. Para estas inversiones, el FCCV y el Fgvlp recibieron USD 50.240 millones en préstamos. Mientras, los financiamientos al sector petrolero ascendieron a USD 10.360,5 millones, suscritos para el desarrollo de proyectos de exploración, perforación y refinanciamiento de petróleo y gas. Los otros USD 2.000 millones se firmaron antes de 2006 para diversos proyectos.

Fueron cuatro los actores institucionales involucrados en los fondos, el Banco de Desarrollo de China (CDB) y la China National Petroleum Corporation, por un lado; y el Bandes y Pdvsa, por el otro. El CDB entregaba los recursos al Bandes y éste se encargaba de administrar el Fondo; Pdvsa tenía la responsabilidad de vender el petróleo a la China National Petroleum Corporation y esta se encargaba de depositar el pago de los envíos de petróleo en las cuentas abiertas del Bandes en el CDB, finalmente, con ese dinero se pagaba al prestamista el capital, los intereses y otros montos adeudados.

Condiciones de los préstamos con China

Aunque se habla de ciertas ventajas en las condiciones de pago de los fondos chinos, porque resultaron más económicos que la emisión de bonos en el mercado de capitales, en realidad los préstamos con China resultaron desventajosos si se toman en cuenta todas las condiciones. Los plazos de pago en la mayoría de los contratos eran de tres años, con cortos períodos de gracia; las tasas de interés estuvieron entre 3% y 7% en el período 2007-2013, y entre 5,5% y 8,5% en el período de 2014-2015; además, la suma de la tasa Libor más la tasa acordada para el financiamiento aplicada (fórmula utilizada en todos los casos para los préstamos), fueron tasas mucho mayores en comparación con las cobradas por la banca multilateral, que prestan entre el 0% y el 3% a países emergentes, dependiendo de su condición crediticia.

Con el ambiente de precios petroleros elevados y crecientes, la adquisición de deuda, bajo la condición de pago a expensas de la producción de petróleo futuro, se asumió irresponsablemente sin considerar el típico flujo cíclico de los commodities y, en su momento, supuso una “ventaja” para adquirir dinero fresco, que se utilizó con total discrecionalidad por la falta de rendición de cuentas, de contraloría y por la fragilidad institucional. El desplome de los precios del crudo, a mediados de 2014, y la indetenible caída en la producción petrolera precipitaron los problemas económicos ya gestados en el país, lo que derivó en la insostenibilidad de la deuda, y claro, en la crisis económica y humanitaria.

En el año 2016, el gobierno de Nicolás Maduro solicitó a China la primera renegociación de deuda, por lo que hubo una flexibilización de los términos de pago, que supuso una prórroga para el pago de capital durante 2 años, período en el cual solo se debían pagar intereses y comisiones. 

Pese a que en 2017 el gobierno optó por no pagar a ciertos acreedores, y el país fue declarado en cesación de pago o default selectivo, continuó cumpliendo con el acuerdo de pago de intereses a China, y después de 2018 amortizó capital con los envíos de petróleo. 

A mediados de 2020, dada la persistente caída de la producción petrolera y debido a la crisis por Covid-19, se realizó nuevamente una renegociación de la deuda con el país asiático, en la que se pausaba el pago de capital estipulado para 2020. No obstante, se desconocen las condiciones y los términos. Sin lugar a duda, los bancos de China han sido acreedores privilegiados frente a otros tenedores de deuda comercial y frente a los acreedores de deuda financiera, que esperan por pago.

Venezuela envió a China 376.000 barriles de petróleo por día (bpd) durante 2007-2016, lo que tuvo un duro impacto en la industria petrolera: no solo porque condicionó sus ingresos, sino por la utilización de los flujos de caja futuros de la industria en proyectos que no mejoraron la producción petrolera ni tampoco pasaron por el proceso presupuestario regular, con lo cual, se desarmó la estabilidad financiera tanto de la compañía petrolera como del gobierno.

Los recursos recibidos se destinaron a 104 proyectos del sector hidrocarburos; 51 de telecomunicaciones; 37 de agrícola; 34 de financiero y créditos, y 27 de manufactura. Pero como evidencia de que los préstamos no contribuyeron con el desarrollo, destacan los reportes del informe de Perspectivas de Ecoanalítica de 2021, fuente consultada ante la falta de información oficial del Banco Central desde el primer trimestre de 2019.

Los sectores que debían recibir los recursos por los acuerdos con China se encuentran entre los que mostraron una mayor contracción de 2013 a 2020. Ver tabla 9.

Recuento de la relación con China

  • 2000 a 2017. Venezuela recibe USD 62.631 millones de China, el 45% de los préstamos que hizo ese país a América Latina. Cuatro entes estuvieron involucrados el Bandes y Pdvsa, por Venezuela y el Banco de Desarrollo de China (CDB) y la China National Petroleum Corporation, por China.
  • 2014. Hay un desplome global de los precios del petróleo y se comienza a hacer más evidente el desplome de la producción venezolana.
  • 2016. Venezuela hace la primera renegociación de la deuda con China. Se prorroga el pago de capital por 2 años.
  • 2017. En medio de la crisis política, social y económica, Venezuela es declarada en cesación de pago o default selectivo con bonistas. Pero siguió pagando a China.
  • 2020. En el contexto de la emergencia sanitaria por el Covid-19, Venezuela vuelve a renegociar con China. Se pausa el pago de capital por ese año. Se desconocen las condiciones.
  • 2024. La deuda de Venezuela con China asciende a USD 15.600 millones.

 

Stock de deuda y servicio de la deuda con China

Algunos informes extraoficiales sobre los préstamos de China a Venezuela estiman que la tasa de interés de la deuda era de un 17,1% anual, considerando una tasa de financiamiento de 4,5% y una tasa de reinversión de aproximadamente 0,9%.

En 2017, año posterior al último préstamo, Venezuela tenía un balance de saldo deudor con China de aproximadamente USD 20.500 millones, el cual, junto con los posibles requerimientos de liquidez cercanos a USD 2.100 millones, generó un pasivo total de USD 23.600 millones.

El saldo de la deuda a diciembre de 2019 era de USD 16.731 millones y se tenía previsto pagar en 2020 la cantidad de USD 3.098 millones, un monto equivalente a 57% del presupuesto nacional aprobado para ese año. Con el contexto pandémico de 2020, el compromiso de pago a China condicionaba la ejecución de los gastos públicos en sectores fundamentales porque representaba una cantidad muy alta respecto al gasto total presupuestado. Como ya se dijo, Venezuela solicitó un período de gracia hasta fines de 2020 de los bancos chinos, sin claridad sobre los términos asumidos en esa renegociación.

Sin embargo, de acuerdo con fuentes consultadas para este reporte, el saldo de la deuda con China para el cierre de 2023 se habría reducido de los USD 16.731 millones a USD 15.600 millones, considerando el capital y la acumulación de intereses pendientes, por lo que el gobierno parece haber empezado a pagar de forma paulatina en el último año parte de la deuda. Para disminuir estos compromisos Venezuela habría incrementado los envíos directos por unos 100.000 bpd que equivalen a 20% del total de las exportaciones -mucho mayor al 8% del año anterior-, a partir de las facilidades que generaron las nuevas licencias generales otorgadas por EE UU hacia Pdvsa en noviembre de 2022 y octubre de 2023, que permitieron la exportación del crudo venezolano hacia ese país y redujeron la presión de sanciones hacia otros destinos.